Independientemente de la voracidad fiscal, precio de las commodities, tipo de cambio y calidad de la gestión política de turno, la Argentina posee una posición geográfica, que la hace uno de los países más alejados del resto de la población y economía mundial. A esta condición natural se le agrega un extenso territorio, que la ubica entre los países más dilatados del planeta. Las mayores distancias con las que a nivel interno y externo debe lidiar la Argentina, generan costos comparativamente más elevados que erosionan la competitividad de las exportaciones, encarecen importaciones, y hacen que a nivel interno los precios se incrementen mucho a medida que nos alejamos del lugar de producción, enfatizando las desventajas naturales de nuestras provincias.
A diferencia de otros países y a pesar de vernos más afectados, nuestra dirigencia evidencia poca consciencia sobre este problema. Además de la distancia que, por su carácter inmanente, se manifiesta como una «tiranía» de la que no hay forma de escapar, tenemos un grave problema cultural, de conocimiento y comprensión de la propia realidad, que limita nuestro desarrollo socioeconómico e inserción mundial. En este contexto, la creación de un ministerio que se ocupe específicamente del transporte, debería interpretarse como un enfoque institucionalista que contribuya a mejorar esa situación.
Lo primero que este cambio debería representar en la administración del Estado, es la reunión de todos los modos de transporte bajo su órbita de actuación. El transporte aéreo, carretero, ferroviario, fluvial y marítimo conforma un sistema interconectado que debe ser administrado integralmente y no fragmentado desde distintos ministerios como sucede hoy. Deberían estar también bajo su órbita las vías navegables y marina mercante, y crear una agencia nacional de desarrollo portuario que integre la planificación y administre (y que no venda) el valioso patrimonio portuario estatal. Esta agencia debería asumir el rol de autoridad portuaria nacional previsto por la ley 24.093 de actividades portuarias y nunca efectivamente aplicado. El 90% de nuestro comercio exterior es por vía acuática y los puertos son la interfase necesaria entre los sistemas de transporte internos y externos. Allí se pone materialmente en contacto la economía argentina con la del resto del mundo. La capacidad y eficiencia con que éstos funcionen puede facilitar el comercio sin convertirse en un obstáculo que lo limite.
Asunto complejo
La tarea de reunificación no será fácil porque, entre otras cosas, deberá lidiar con múltiples agencias, comisiones y otras estructuras o reductos que dan cobijo a burócratas de los que poco se sabe que hacen ni cuál es su real contribución al interés general. No menos difícil será la tarea de analizar integralmente, y en profundidad, el problema de una carga fiscal asfixiante y distorsiva que nos perjudica interior y exteriormente.
El nuevo ministerio debería estar a cargo de la elaboración, coordinación y supervisión de las políticas nacionales para el sector del transporte, participar del planeamiento estratégico del país, producir las directrices para su implementación e identificar prioridades. Es primordial diseñar e implementar urgentemente un nuevo sistema de informaciones adecuado para una gestión ágil y eficaz.
El nuevo ministerio necesitará contar con una sólida base técnica integrada por profesionales con formación y experiencia afín. Será necesario dotarlo de metodologías formalmente definidas para la evaluación objetiva y transparente de los resultados de las políticas implementadas. El transporte es el quinto elemento imprescindible para la producción junto con los insumos o materias primas, trabajo, capital y energía. El transporte y las soluciones logísticas que éste conlleva, dependen de su factibilidad técnica y viabilidad económica. Cuando el transporte no es factible, tampoco hay comercio. Las autoridades políticas del futuro ministerio deberían tener siempre presente que en pocos terrenos de la economía se verifica tan frecuentemente la Ley de Say, donde la disponibilidad de infraestructura y servicios induce la generación de su demanda y es el germen del desarrollo regional.
La creación de un ministerio de transporte sería sin duda un hecho positivo. Sin embargo la clave de su éxito residirá en la visión de futuro que se tenga y la responsabilidad política con que ello se implemente. Esta nueva institución será tan exitosa y sólida, como la solvencia técnica y moral de sus miembros lo permita.
por DANIEL H. CASO – Buenos Aires (*)
(*) Especialista en transporte y logística.
Fuente: Cronista.com