Dante Sica, director de Abeceb, y Alberto Schuster, titular de la Unidad de Competitividad de la consultora, analizan en la siguiente entrevista la competitividad en Argentina y coinciden que los desequilibrios existentes en la economía, sumado a un marco regulatorio y jurídico deteriorado que desalienta la llegada de capitales de riesgo y un escenario internacional desfavorable, exigirán que países como Argentina vuelvan a poner el foco sobre la cuestión de la competitividad como clave para reactivar el crecimiento económico y la prosperidad nacional.

-¿Por qué creen que hoy la competitividad tiene que estar en la agenda económica?

-Dante Sica (DS): Actualmente el país posee un marco regulatorio y jurídico deteriorado que desalienta la llegada de capitales de riesgo, un déficit extraordinario en materia de infraestructura, una presión tributaria que es una de las más elevadas de la región, escasos niveles de ahorro y crédito y una insuficiente formación de capital humano, factores que han contribuido a apagar el crecimiento económico local. La coyuntura internacional también exhibe señales de alarma. Durante los últimos diez años todos los países crecimos apalancados fundamentalmente por los precios, en lo que fue el gran ciclo de supercommodities, con lo cual se perdió la noción sobre la relevancia de la competitividad. Ahora vamos a ingresar en una etapa donde ya no estará presente el huracán externo que tanto nos benefició, una etapa en la que el comercio crecerá menos y los precios se mantendrán estancados. En esta nueva realidad, si no nos ocupamos de recuperar la competitividad, vamos a perder mercados por ser ineficientes. No crecer o perder posiciones, es perder prosperidad.

-Alberto Schuster (AS): Es imperioso que esté en la agenda porque el nivel de competitividad hace a la prosperidad de un país. ¿Cuándo se dice que un país es competitivo? Cuando, a través de su sistema político, crea y mantiene las condiciones para que las empresas y los emprendedores fomenten el trabajo, inviertan, innoven y generen utilidades para que después puedan reinvertir. Con esa dinámica se propende a la prosperidad del país.

Del 1 al 10, ¿cómo está Argentina hoy en términos de competitividad?

-AS: En todos los rankings de competitividad, nuestro país está en los últimos puestos, sea el índice de competitividad del IMD, el índice de competitividad del Word Economic Forum o el propio Ranking ABECEB de Competitividad Global, en el que Argentina figura en la posición 38 de 42 países analizados.

¿Cuáles son las variables que muestran el bajo grado de competitividad de Argentina?

-AS: Variables como el ingreso per cápita, el comercio exterior, la inversión extranjera directa o la capitalización bursátil sirven para reflejar la baja competitividad de nuestra economía. Por ejemplo, Argentina tiene un producto bruto per cápita que es una tercera parte del que tienen los países más competitivos. La inversión extranjera directa en nuestro país es una fracción de la que tienen los países desarrollados. El comercio exterior, medido en términos per cápita o como porcentaje del PIB resulta muy inferior al de las economías avanzadas, o un tamaño de mercado de capitales que es inexistente en comparación con los de los países más competitivos, así como una calidad de infraestructura significativamente inferior.

¿Cómo está la región en términos de competitividad?

-DS: La región está mal. Algunos países aprovecharon estos diez años y mejoraron su posición, como Chile, Perú, Colombia y Bolivia. Dentro de la región, Chile se presenta como un país europeo, con algunos de sus indicadores en los niveles de un país desarrollado. Argentina y Brasil han tenido una estrategia diferente, porque enfrentaron los problemas de competitividad encerrándose en sí mismos.

-AS: Toda la región presenta una mala posición en términos de competitividad, fundamentalmente por la inestabilidad a la que están sujetas sus instituciones. Sin dudas el mejor latinoamericano es Chile, aunque aún tiene camino para mejorar. El resto de los países de la región se ubican en los últimos lugares del ranking, en particular Brasil, Argentina y Venezuela.

¿Qué indicadores miden la competitividad de un país?

-AS: Hay que mirar componentes como el ambiente macroeconómico y la inserción internacional del país, la calidad de la infraestructura de base, el marco regulatorio e institucional y el nivel de innovación, entre otros factores. La infraestructura y las regulaciones tienen un gran peso en los índices de competitividad. Por citar un ejemplo, si te das cuenta que disminuyen las reservas y definís un cepo, alterás las reglas de juego. Entonces todo está relacionado: la calidad de las regulaciones tiene relación directa con la calidad de la infraestructura, porque si no tenés inversiones ni posibilidad de endeudamiento, no vas a poder financiar mejoras en infraestructura. Por otra parte, en la competitividad es fundamental la calidad de los funcionarios públicos, pero depende también de la calidad de las instituciones. No es algo que funcione independiente, todo tiene que ver con todo.

¿Cuál es la relación entre crecimiento y competitividad?

-DS: Si no sos competitivo, no crecés, porque la fuente de crecimiento son las inversiones. Por ejemplo, si tenés un marco institucional débil, las empresas tomarán posiciones defensivas y las nuevas inversiones serán más reticentes a ingresar. Así, el país deja de crecer. El marco institucional es un sistema de normas que debe regular de manera estable y dinámica todo lo que tiene que ver con la actividad económica.

¿Cuáles son las medidas que deberían incorporarse para volver competitivo al país?

-DS: Las medidas para mejorar la competitividad van desde la determinación de la Corte Suprema, hasta un programa de infraestructura basado en la mejora de la logística, los puertos, las telecomunicaciones y, en especial, focalizado en el sector productivo y el sistema social. Tenés que tener una macroeconomía estable –con políticas fiscal y monetaria coherentes- e instituciones sólidas que despierten confianza al inversor, sistemas de reglas para eliminar la discrecionalidad en el manejo de la cosa pública. También un programa que atienda los problemas de competitividad sistémica, que van desde los temas duros de infraestructura hasta la inversión en capital humano.

-AS: La competitividad de la Argentina va a mejorar en la medida que empiece a operarse sobre los siguientes pilares: que haya instituciones sólidas y creíbles, que se minimice la corrupción, que exista capital social y educación, una moneda sana y calidad en las regulaciones. Que el sistema de justicia sea independiente, que la gente y las empresas cumplan las reglas, que haya libertad económica. Pero eso se va a ir dando en el tiempo.

¿No es más fácil tomar medidas de corto plazo?

-DS: Es una tentación del sistema político siempre mirar el corto plazo. La forma fácil pero de patas cortas y problemática de hacerse competitivo es devaluando. Argentina trató muchas veces de hacerlo, pero sin éxito por las consecuencias en el plano social y distributivo. No es posible continuar cambiando las reglas del juego de manera espasmódica y según la urgencia coyuntural. En cambio, la forma sostenible y donde “todos ganan” es aumentar la productividad. Y el camino hacia la productividad es la inversión, la incorporación de tecnología e instituciones creíbles que aseguren no sólo un clima de inversión amigable con los beneficios y la propiedad sino, también, niveles de conflicto social bajo control. Así, un nuevo ciclo de expansión sostenible que genere empleo, o más ambiciosamente, estimule un proceso de desarrollo, deberá tener como principal pilar la competitividad.

-AS: Como dice Dante, una devaluación puede servirte para corregir los costos unitarios en el corto plazo, pero si no se realizan las correcciones que conduzcan a mejorar la competitividad de fondo, en poco tiempo las mejoras desaparecen. ¿Cómo se materializa la competitividad? Cuando un país es más competitivo, exporta más, y también se defiende mejor de lo que viene del exterior. En el comercio internacional no se puede poner cualquier arancel porque va contra las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Se puede proteger del exterior con un tipo de cambio, pero no se puede cerrar el país. De hecho, Argentina en el mes de diciembre tendrá que desmontar todo el sistema de Declaración Jurada Anticipada de Importación (DJAI) y darle transparencia. Ganar productividad es la manera de exportar más, de tener mejores salarios y de defenderse de afuera.

¿Cuánto tiempo nos va a llevar volvernos competitivos?

-DS: Es un proceso que por lo menos lleva entre diez y veinte años.

-AS: Coincido. En veinte años el país puede volver a ser competitivo. Argentina tuvo dos décadas fatales: la década del ’70 y la del ’80 son las dos décadas perdidas. Si hubiese crecido en esas dos décadas al ritmo que venía creciendo en el pasado, hoy estaríamos como España. El país perdió 20 años de crecimiento, que es un montón. El desafío de Argentina es no caer otra vez en una década perdida.

¿Cuáles son los sectores que hoy se ven mejor posicionados en términos de competitividad?

-DS: Argentina posee la ventaja de contar con amplios recursos naturales y grandes perspectivas de desarrollo en el mediano plazo, como el agro, la energía y la minería. En el caso de la cadena agroalimentaria a su vez ha generado un desarrollo tecnológico. Ya no somos sólo productores de granos, sino que hacemos biotecnología, paquetes tecnológicos, desarrollamos sistemas de cultivo. Podemos exportar máquinas agrícolas porque somos los creadores de la siembra directa, podemos dar transferencia tecnológica. A su vez están la plataforma minera y la plataforma energética, que van a ser importantes, pero existen también desarrollos en términos tecnológicos en nichos que son relativamente chicos pero de alguna manera pueden dar un fuerte potencial, como los biofármacos, la biotecnología. Somos pioneros en América Latina en desarrollo nuclear con fines pacíficos, que se puede utilizar en amplias gamas de actividades, desde reactores nucleares hasta tratamientos medicinales. Y hemos hecho un incipiente desarrollo en materia de tecnología satelital que, si bien es bajo, puede transformarse en una iniciativa ampliada con apoyo del sector privado.

-AS: También contamos con lo que se llama bienes culturales, gente que está trabajando como apoyo legal para el mundo, contabilidades para el mundo, desarrollo de software. Gas, minería, agro, bienes culturales y tecnología son los sectores que Argentina debe apuntalar para potenciarlos. Fuente: Abeceb.com

Fuente: Sitio Andino