El gigante asiático confirmó una menor expansión de su PBI en 2015. Las naciones emergentes se abastecieron de divisas para políticas de inclusión y obras de infraestructura. Los especialistas consultados por Tiempo analizan los desafíos para la región y el país frente al menor crecimiento de la locomotora mundial.
Esta semana se supo que el crecimiento del PBI de China en el 2015 fue del 6,9%, su cifra más baja del último cuarto de siglo.
Se trata de un porcentaje que para cualquier economía del mundo sería excesivamente alto en el actual contexto internacional, pero que sin embargo para el gigante asiático representa un retroceso si se lo compara con el promedio de crecimiento que vino experimentando en los últimos años.
Esta tendencia a la baja ya podía verificarse desde la evolución del PBI en el último lustro del segundo socio comercial de Argentina: 2005: 11,3%; 2006: 12,7%; 2007: 14,2%; 2008: 9,6%; 2009: 9,2%; 2010: 10,4%; 2011: 9,3%; 2012: 7,8%; 2013: 7,8%; 2014: 7,4 por ciento.
Sin embargo, esta fenomenal expansión no le ha impedido multiplicar por cinco su PBI en los últimos 25 años, y cada 8 multiplica su ingreso real per cápita, según estadísticas del Banco Mundial.
Al margen de los esfuerzos del gobierno argentino por promover inversiones en el país, desregulando y abriendo la economía a los mercados, la noticia de la desaceleración china es muy mala para la Argentina y el grupo de naciones emergentes que han sostenido su crecimiento reciente a fuerza de la gran demanda de commodities de la locomotora asiática.
En una publicación elaborada por el Instituto de Desarrollo Mundial y Medio Ambiente de la Universidad de Tufts («¿Un mejor trato? Análisis comparativo de los préstamos chinos en América Latina»), se afirma que desde el año 2005 China ha concedido aproximadamente 86 mil millones de dólares en compromisos de préstamos a países latinoamericanos, monto mayor que el otorgado por el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco de Exportación e Importación de Estados Unidos en el mismo período, entidades a las cuales el Gobierno de Macri hoy desea recurrir para asistencia financiera, con monitoreo del FMI. Dos tercios del total de esos préstamos han sido destinados al sector petrolero, y sus principales beneficiarios han sido Ecuador y Venezuela, economías reguladas y con fuerte control estatal.
Desde el año pasado el Partido Comunista Chino (PCCh) viene anunciando un cambio en la estrategia de crecimiento, privilegiando consumo por sobre inversión y exportaciones.
Si bien todavía este rebalanceo demandaría de mayor tiempo para visualizar sus efectos, los especialistas consultados por Tiempo entienden que de progresar y afirmarse implicaría menores posibilidades de inversión en grandes obras de infraestructura para las naciones emergentes, y una demanda de alimentos sostenida pero con distorsión de precios relativos, lo que podría profundizar la baja en la cotización internacional y, consecuentemente, caída de ingresos por exportaciones.
Impacto en la Argentina.
«La desaceleración en sí misma no debería ser preocupante», afirma a Tiempo Mariano Kestelboim, economista de SID Baires y docente de la UBA. Para el experto, China está creciendo sobre una base considerablemente más grande que la de hace tan sólo una década: «El problema tiene que ver con las principales características dinamizadoras de esa expansión. Hoy, el mercado interno de China está siendo uno de sus motores para sostener el dinamismo de su economía y en él cobra mayor relevancia el sector de los servicios que, para su ampliación, no implica un crecimiento directo de la demanda de recursos naturales. Este factor es esencial para explicar la caída de los precios de los commodities», afirma Kestelboim.
Efectivamente, según los datos divulgados la última semana, por primera vez el sector servicios representa más de la mitad de la economía del país: el 50,5%, frente al 48,5% de 2014.
El consumo mantiene su fortaleza: en diciembre las ventas al por menor crecieron un 11,1% interanual y en noviembre aumentaron un 11,3%. El interrogante hoy pasa por saber hasta qué punto el Gobierno chino podrá mantener los niveles de crecimiento del pasado sobre la base de un modelo de acumulación ya no tan orientado a las exportaciones pero que igualmente mantenga los estándares de creación de empleo en el país más poblado del mundo, que son claves para garantizar la estabilidad social.
Hoy, según los datos de la Oficina de Estadísticas de China, 775 millones de personas tienen trabajo, sobre un total de 1300.
«Habría que ver si esto es momentáneo o perdurable, pero si se ratifica el impacto es importante. En el 2002 China entra a la OMC y rápidamente nuestros productos empezaron a tener mejor cotización, lo que nos permitió crecer más. Pero los precios en general que afectó la gran demanda china fueron los metales, un insumo clave por la fuerte urbanización que imprimieron en los últimos años a grandes zonas rurales. En nuestro país el impacto vino por el lado de los precios relativos, abaratando también algunas importaciones. Habrá que ver cómo continúan algunos proyectos de infraestructura que estaban comprometidos con los chinos, porque además el Gobierno pareciera estar más entusiasmado en reorientar los agentes de inversión que se venían gestionando durante el kirchnerismo y volver a la vieja escuela del FMI», sostiene Alejandro Fiorito, docente de la Universidad Nacional de Luján. Y recuerda que, parte del cambio de China, es abastecerse de ingresos por el lado financiero: «Hace poco reconocieron al yuan como moneda internacional, con lo cual China se encamina a ser un gran acreedor para obtener fondos por el canal financiero, lo cual quizás también tenga cierta incidencia en su rol como inversor de IED», advierte.
«El impacto principal para la Argentina y para toda América Latina es una caída de los montos exportados de recursos naturales y, en consecuencia, una mayor restricción para acceder a divisas genuinas a través del intercambio comercial. Por eso, se viene una etapa de mayor dependencia del financiamiento externo para agilizar procesos de crecimiento”, recuerda también Kestelboim.
Martín Burgos, economista del CESO y del Centro Cultural de la Cooperación, avizora un panorama complejo para el país y entiende el declive chino desde una lógica más sistémica con una secuencia de brotes que ya tiene antecedentes: «El epicentro de la crisis mundial se fue desplazando desde EE UU en 2008, Europa en 2011 y ahora parece recaer sobre China. El cambio actualmente es que el menor crecimiento chino afecta el precio de las materias primas y por ende los ingresos de sus proveedores, incluso Argentina. Paralelamente, el menor precio del petróleo puede favorecernos porque somos importadores de energía y de su cotización se desprenden los precios del gas y de algunos combustibles líquidos que hoy compra el país. Además, el reflujo de los capitales hacia EE UU dificultará toda política de atracción de capital», advierte Burgos.
Con la clase media más grande del mundo
Un informe sobre riqueza global elaborado por Credit Suisse consigna que, con 109 millones de personas, China posee en la actualidad la clase media más numerosa del mundo, superando en el ranking mundial a EE UU.
Desde el año 2000, más de 43 millones de chinos se han incorporado a la categoría de clase media, lo que también potenció el consumo de algunos alimentos.
La mayor ingesta de carne de cerdo por parte de la población china, parte de la cual durante décadas anteriores consumía cereales u otros alimentos más baratos, explica el vertiginoso aumento de la demanda mundial de porotos de soja, entre otros productos del complejo oleaginoso, que el Gigante Asiático importa de países como EE UU, Brasil y Argentina.
En la última década, según un estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), las compras de porotos de soja por parte de China crecieron el 307% entre 2003 y 2014 hasta las 69 millones de toneladas, convirtiéndolo en importador del 35% del total comercializado a nivel mundial a ostentar una participación del 65% sobre el total de soja que se comercializa a escala global.
Fuente: Tiempo Argentino