Cesar Mayoral, Ex embajador de Argentina en China
La asunción de un nuevo gobierno nacional coincide con un escenario internacional que se encuentra atravesando un período de convulsiones que preanuncian grandes modificaciones.
Los recientes cimbronazos de la economía de la República Popular China, poco frecuentes en la segunda economía mundial, han creado zozobra en todas las capitales del mundo.
La Argentina en los últimos años ha venido inclinando su comercio exterior hacia ese país y recientemente ha recibido un importante apoyo financiero que incluyó un préstamo swap de 11.000 millones de dólares, en yuanes.
Al mismo tiempo el Brasil, el principal mercado importador de bienes industriales argentinos, se ve por razones internas y externas en una situación, a todas luces desfavorable, en el corto plazo.
La baja de la tasa de crecimiento de China trae aparejado la caída del precio de los commodities que son la fuente de abastecimiento de dólares de los países de nuestra región, fundamentalmente debido a las exportaciones de petróleo, soja y minerales.
¿Qué hacer entonces en un mundo donde han muerto las ideologías y el poder nacional se mide en términos económicos?
En primer lugar el próximo gobierno deberá realizar un diagnóstico apropiado en el marco de este nuevo teatro internacional que pone de manifiesto la pérdida de poder relativo global de algunas potencias petroleras, que fueron nuestros aliados últimamente, como Rusia, Irán y Venezuela y que la etapa de los commodities caros y un dólar barato (como consecuencia de tasas de interés debajo de su media histórica) han llegado al fin de su ciclo.
La Argentina para enfrentar eficazmente estos problemas debe volver al mercado de capitales lo más rápido posible. El financiamiento no puede seguir dependiendo de la ‘buena voluntad‘ de las autoridades chinas o del endeudamiento de YPF, es imprescindible buscar fondos en los organismos de crédito internacionales para desarrollar nuestras rutas, nuestros ríos, nuestro transporte y nuestras obras de infraestructura hídrica y edilicia.
Par ello es necesario resolver el problema de los holdouts negociando con el mayor rigor y capacidad posible, pero negociando, no insultando o enojándose y dejando de jugar el rol de ‘antiimperialistas‘ que sirve para consumo interno pero que aleja a nuestro pueblo de las herramientas necesarias para salir de la pobreza y el subdesarrollo.
Con respecto a los futuros aliados internacionales, creemos que existe el suficiente consenso nacional como para priorizar en primer lugar al Mercosur y en segundo lugar al resto de la Región realizando los imprescindibles cambios y reformas que se imponen en un mundo de grandes bloques, para incrementar nuestra capacidad de negociación se necesita un Mercosur no encerrado en economías de muy baja productividad, esto no sirve ni a nuestro país, ni a nuestros socios.
La Integración latinoamericana no debe basarse en ideologías, ni en el pasado histórico, sino en promover medidas proactivas que incrementan los lazos comerciales, económicos y culturales de los países que la componen.
La Argentina perteneciente culturalmente a Occidente no debe diluirse y si bien existe un crecimiento importante de otras regiones a las que se debe atender y con las cuales debemos fomentar nuestro relacionamiento, no debemos olvidar que ellas se encuentran en las antípodas de nuestra civilización democrática y respetuosa de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
No propugnamos dejar de lado mercados de grandes civilizaciones con inmensos recursos y con capacidad de invertir, pero nuestra relación con ellas no puede hacernos olvidar de dónde venimos, cuales son nuestros valores históricos donde se apoya la sociedad argentina.
En ese marco la relación bilateral con los Estados Unidos no puede basarse en la provocación y la agresión verbal. La primera potencia de la tierra no debería ser ignorada, ello no equivale obviamente, a la pleitesía y al seguidismo pero es necesario salir de la confrontación y establecer una relación madura y de respeto que nos traerá beneficios económicos y la imprescindible transferencia de tecnología de punta e inversiones.
La finalización del conflicto con Cuba nos ayuda a buscar coincidencias y terminar con años de desencuentros que implicaron a toda Latinoamérica.
En síntesis la Argentina como país amante de la paz y la seguridad internacional debe volver a retomar el rol significativo que tuvo dejando atrás las peleas, las imposturas y provocaciones innecesarias y mantener una política exterior abierta al mundo, sin fronteras ideológicas de ningún tipo, ni posturas adolescentes, teniendo como único objetivo el interés nacional, que se resume en el desarrollo de nuestro país y el bienestar de nuestro pueblo.
Fuente: Cronista.com