Pablo Fernández Blanco
Como quien repasa los números de un cheque que debe esperar para ser cobrado, los empresarios disfrutan los que probablemente sean los últimos días del default argentino con la expectativa de que su finalización les dé un nuevo impulso a sus negocios.
Con mayor o menor algarabía, todos los consultados por LA NACIÓN llegaron a la misma conclusión: el eventual cierre del conflicto con los fondos buitre -anticipado anteayer por el abogado de dos de los más agresivos contra el país- facilitará la llegada de inversiones y les permitirá tanto al Gobierno como a las compañías acceder a créditos cuya tasa de interés será sensiblemente inferior a la actual.
El presidente de la Cámara de la Construcción, Juan Chediack, que desde el cambio de gobierno peregrina por despachos públicos para intentar que la nueva gestión certifique y pague la deuda de su antecesora con las empresas del rubro, no intentó contener su alivio. «Creo que lo que se abre para el país es buenísimo, al menos en lo que tiene que ver con la infraestructura. Esto destrabaría inmediatamente los problemas de financiamiento», arriesgó.
Desde hace tiempo que los constructores opinan lo mismo. Tuvieron una buena convivencia con el kirchnerismo hasta que, en noviembre de 2014, Gustavo Weiss, el antecesor de Chediack, le sugirió a Cristina Kirchner cerrar el conflicto por la deuda en el cierre de la 62» convención de la cámara. Última oradora del acto, le contestó: «A esta presidenta ningún buitre financiero ni ningún carancho judicial la va a extorsionar en contra de los intereses de los argentinos». Esa tarde mencionó al menos cuatro veces a Weiss para reprocharle algo.
«Si hubiéramos acordado en aquella oportunidad, hubiese sido mejor para el país», recuerda Chediack. Y explica: «En el mundo, los proyectos de infraestructura se financian en partes iguales por el tesoro, una asociación público-privada y algún organismo internacional de crédito, algo que hasta ahora estaba cerrado. Había bancos a los que les bajaban la calificación si le prestaban a la Argentina. Eso termina», aseguró.
El empresario lamentó que hasta ahora la Argentina no cuente con el acceso al crédito internacional a tasas bajas de países como Chile, Perú, Bolivia y Colombia.
Para las empresas contratistas del Estado, el conflicto con los fondos buitre toca un nervio sensible. El déficit fiscal del año pasado superó los 7 puntos del producto bruto. El rojo derivó en que se pisaran los pagos de obras contratadas y se paralizara la construcción. Si el acuerdo prosperara, se abriría una alternativa millonaria de financiamiento que no depende de la situación fiscal.
«Hay que esperar un anuncio oficial. Volver a tener financiamiento y confiabilidad por parte de organismos internacionales es el objetivo a lograr. Y estar fuera del sistema financiero fue malo para la Argentina», resumió el presidente de la Sociedad Rural, Luis Miguel Etchevehere.
Héctor Méndez fue varias veces presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), maneja desde hace 25 años la Cámara de la Industria Plástica y fue anfitrión de presidentes en decenas de ocasiones. Pero prefiere poner un ejemplo del barrio. «Si no le paga al almacenero, va a tener problemas siempre, no le va a fiar ni a tener contemplaciones. Pero si le da la señal de que es responsable… El capital es lo más cobarde que hay; huye siempre. Esto va a tener una respuesta favorable», aseguró. Méndez también criticó al kirchnerismo. «Es el retorno al camino de la normalidad. Lo normal no es ser moroso, sino tratar de cumplir. Creo que va a implicar un cambio de ánimo», finalizó.
La cercanía del acuerdo con los holdouts encontró a Daniel Funes de Rioja, el presidente de la Copal, que reúne a las mayores alimentarias, en una reunión empresaria en Miami. «Hay optimismo con respecto al futuro desde que se levantaron las restricciones cambiarias y ahora con el posible acuerdo con los holdouts, con economía abierta y de libre iniciativa», sostuvo. Además de la deuda, otros dos temas se colaron en la agenda empresarial: la conflictividad gremial y la inflación, uno de los ítems por resolver.
El presidente de Ford y titular de Adefa, la asociación que reúne a los fabricantes de vehículos, coincide en el punto que todos los empresarios rescatan: «Resolver el default es muy importante porque va a mejorar el acceso al crédito externo para el sector privado y el público. Y bajará el costo del financiamiento. Para un sector que tiene proyectos es una muy buena señal, sobre todo para las casas matrices», remarcó.
El presidente de la Cámara de Comercio, Carlos de la Vega, cree entender el optimismo del sector privado. «Hace años que en general está esperando que se logre un acuerdo sobre el tramo pendiente de la deuda externa. Por eso lo que está sucediendo es muy positivo y les abre al Estado y a las empresas unas enormes posibilidades de entrar al crédito internacional, cosa que está vedado desde el default. Tiene tasas sensiblemente menores que el local. Además, para los grandes emprendimientos se consiguen cifras importantes», explicó.
Entre los que prefieren las palabras sencillas para explicar el impacto de un acuerdo cercano está el gastronómico Roberto Brunello, presidente de Feghra, la federación que reúne a hoteles y restaurantes de todo el país. «Soy muy amigo de no tener conflictos. Hay que arreglarlo y arrancar», propuso.
Fuente: La Nación.com