Florencia Carbone
Casi como en el tablero del juego de mesa en el que había que completar casilleros para hundir los barcos del enemigo, el gobierno de Mauricio Macri suma invitaciones y entrevistas con líderes de diferentes países y representantes de organismos internacionales como parte de la estrategia de reinserción de la Argentina en el resto del mundo. El 22 y 23 del actual, en coincidencia con la llegada del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aterrizará en Buenos Aires el director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Roberto Azevêdo, el diplomático brasileño que en 2013 asumió la dirección del organismo con sede en Ginebra, dice que quiere conocer «de primera mano» la visión local sobre la evolución del sistema multilateral de comercio y la opinión argentina sobre el rumbo que debería tomar la OMC en los próximos años.
Durante la última década, el organismo fue testigo de numerosas demandas contra la Argentina, por lo que en lenguaje diplomático se calificó como reiterados incumplimientos de las reglas comerciales (en el léxico más directo y menos cuidado de los operadores del comercio internacional: medidas proteccionistas). De hecho, la OMC fue la que firmó el acta de defunción de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI) a fines del año pasado.
Además de varias reuniones con funcionarios del gobierno nacional, Azevêdo visitará la Bolsa de Comercio para reunirse con representantes del sector privado y luego el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), que este año volvió a ser elegido como el primer think tank en habla hispana según el índice anual de la Universidad de Pensilvania.
-¿Qué evaluación hace de la situación actual del país y de las perspectivas a mediano plazo?
udesa
-La Argentina está comprometida en su apoyo al sistema multilateral del comercio y así lo han asegurado las nuevas autoridades al reiterar que el comercio es un importante elemento de su agenda económica. Y ese compromiso dio resultados. Una de las grandes insistencias argentinas en el comercio agrícola, el lograr la total abolición de los subsidios a la exportación, se consiguió después de años de presión y negociación. Esta medida, acordada en nuestra conferencia ministerial de Nairobi, en diciembre de 2015, corrige un desequilibrio histórico que durante años impidió que países exportadores como la Argentina aprovecharan al máximo su potencial en el comercio agrícola. A partir de ahora, los productores argentinos ya no tendrán que competir en desventaja con los subsidios a la exportación otorgados por los países desarrollados. Hay todavía un largo camino por recorrer, sobre todo en el área de subsidios internos a la producción, pero ya hemos dado un muy buen primer paso. La invitación para ir a Buenos Aires y discutir los intereses y las prioridades de la Argentina en la OMC es una señal muy clara de la importancia de la agenda comercial para el país a mediano plazo. Eso es muy positivo.
-¿Qué panorama vislumbra para América latina teniendo en cuenta que tras una década de bonanza, no sólo el precio de las materias primas bajó sustancialmente, sino que una serie de conflictos políticos -los más resonantes en Venezuela y Brasil- parecen poner en jaque su atractivo como receptora de inversiones?
-La situación económica actual en la región no es fácil, con muchos países con menores tasas de crecimiento y algunas grandes economías que están afrontando una recesión. En general, la economía mundial se está recuperando de la crisis económica de 2008 tímidamente. Los países que se beneficiaron de los altos precios de las materias primas experimentan ahora precios más bajos. Habrá que hacer algunas reformas económicas importantes si se quiere enfrentar las nuevas circunstancias de modo firme. Entre las agendas a considerar está la comercial, o sea cómo los países ven su integración en la economía mundial, cómo pretenden ser competitivos en el contexto internacional y qué políticas pretenden adoptar para eso. Una cosa me parece clara: el comercio tiene que ser parte de la solución para que América latina pueda prosperar. Los modelos económicos cerrados al mundo no han sido muy exitosos.
-¿Cuánta vigencia mantiene la agenda del desarrollo como eje del comercio global en medio de una crisis que lejos de desaparecer parecería adoptar nuevas formas y mudarse de un sitio a otro del planeta?
-El desarrollo sigue siendo el epicentro de todo nuestro trabajo. Eso se refleja en las flexibilidades y provisiones especiales que contienen los acuerdos de la OMC y las decisiones que se toman, que tienen en cuenta las necesidades específicas de los países en vías de desarrollo y menos avanzados, y en el apoyo práctico que se da para que puedan mejorar su capacidad comercial e institucional. Los miembros de la OMC siguen con su disposición a negociar aspectos de la agenda económica y comercial futura, manteniendo el desarrollo como centro de nuestro trabajo colectivo. Debemos aprovechar el éxito de la reciente Conferencia de Nairobi y avanzar. Los desafíos son importantes, pero ahora hay más optimismo respecto de nuestra capacidad de cerrar acuerdos.
-¿Cuál es el papel de la OMC en medio de la proliferación de megaacuerdos regionales y el fortalecimiento de estándares privados que actúan como verdaderas barreras no arancelarias? ¿Cree necesario algún tipo de reforma del organismo para adaptarlo a la nueva realidad?
-Durante años, las negociaciones en la OMC avanzaron demasiado lento. Esa es una de las razones por las que algunos países decidieron adoptar alternativas bilaterales o regionales para promover su agenda comercial. En sí mismas, esas iniciativas son positivas y de hecho suelen ser complementarias con el sistema multilateral, porque muchas se hacen partiendo de las normas de la OMC. Hasta ahora, el análisis de los acuerdos regionales del comercio muestra que no hay un conflicto evidente con las normas de la OMC. Sin embargo, una cuestión muy importante es si los acuerdos regionales tienen la capacidad de cubrir áreas del comercio mundial que por su complejidad requieren un esfuerzo negociador multilateral: la agricultura, el dumping, los subsidios pesqueros, la inversión, los obstáculos técnicos al comercio, etcétera. Otro punto importante es el hecho de que esos acuerdos excluyen a muchos países que tienen un peso cada vez mayor en la economía mundial, como varios de los emergentes. Además, para las empresas, la proliferación de estándares distintos agrega una complejidad significativa al comercio y aumenta costos. Para conseguir mejores resultados hay que negociar en foros donde estén todos los países. Por lo tanto es importante que avancemos también a nivel multilateral.
-Lejos de ser una moda, el cambio climático se volvió una cuestión relevante y decisiva desde el punto de vista económico y social tanto para empresas como para países. ¿Cuál es el rol de la OMC en el tema? ¿Y el de los diferentes actores del comercio (tanto del sector privado como público)?
-Nuestro desafío es asegurarnos de que el comercio sea un aliado en la lucha contra el cambio climático. Hay que crear un círculo virtuoso entre las políticas comerciales y medioambientales para que ambas promuevan el desarrollo, la producción y el consumo sostenibles. Esto es posible. Debemos mejorar la utilización y un mayor acceso a las tecnologías que son respetuosas con el clima, propiciar bienes y servicios que apoyen la transición hacia una economía con menos emisiones de carbono. Ahora mismo, un grupo de miembros de la OMC está negociando un Acuerdo de Bienes Medioambientales. Se trata de bajar las barreras comerciales para productos respetuosos con el medio ambiente y estimular, por ejemplo, la producción de energía limpia. Y mediante la reducción de aranceles, facilitar la innovación y reforzar la economía verde en todo el mundo.
-¿Cuáles son las principales debilidades y fortalezas del comercio mundial en los próximos 5 años?
-La fuerza del comercio está relacionada con su capacidad para generar crecimiento económico y promover el desarrollo. Más que nunca es necesario aprovechar el potencial que tiene el comercio para ayudar a reavivar la economía mundial. ¿Cómo hacerlo? Necesitamos un mejor entorno comercial y una OMC que funcione mejor. Nuestra historia reciente muestra que podemos desempeñar un mejor papel en la corrección de las distorsiones, en la eliminación de las barreras al comercio y en la promoción de transacciones comerciales más eficientes. Pero podemos y debemos hacer mucho más. Se necesita una cooperación global si queremos que el comercio dé un impulso a la economía mundial. La puesta en práctica de los recientes acuerdos de la OMC es una manera muy concreta de cómo el comercio puede ayudar. El Acuerdo de Facilitación del Comercio reducirá los costos del comercio hasta 15% en promedio. Dará un impulso de un billón de dólares anuales al comercio internacional. La mayor parte de esas ganancias, los dos tercios, se dará en los países en desarrollo. Eso es enorme. La debilidad del comercio es que es sólo una parte de la solución. Hay que implementar otras políticas para que su potencial pueda ser bien aprovechado y se puedan aumentar los beneficios para la vida de las personas. De todas maneras estoy convencido de que en los próximos cinco años, la cooperación internacional en el tema del comercio puede contribuir de una manera mucho más significativa al crecimiento económico en distintas partes del globo, particularmente en esta región.
-¿Qué aportó el Paquete de Bali al comercio mundial? ¿Cómo fue su evolución hasta Nairobi? ¿Qué podemos esperar de un comercio que se debate entre la seguridad y los mayores controles, y la facilitación?
-En Bali en 2013 conseguimos cerrar el importante Acuerdo de Facilitación del Comercio. Vimos que a pesar de lo que pensaban los escépticos, la OMC era capaz de conseguir acuerdos, y ello estimuló a los miembros a seguir por este camino. El acuerdo trata de eliminar costos innecesarios para el comercio, sin relajar controles que sean necesarios. Este equilibrio está muy presente en el acuerdo y está claro que hay espacio para reducir burocracia, simplificar procedimientos y armonizar prácticas sin que haya ningún perjuicio a los controles fronterizos. En Nairobi, en diciembre de 2015, logramos un acuerdo importantísimo de eliminación de los subsidios a la exportación de productos agrícolas. En sólo dos años logramos dos acuerdos multilaterales de gran significado. Esto no tiene precedente en el sistema multilateral del comercio. El camino entre Bali y Nairobi no fue sencillo, pero logramos avanzar con éxito.
Fuente: La Nación.com